Para las organizaciones sociales de base, la cuestión de los recursos es materia permanente de preocupación. Es aquí donde se juega la capacidad y la creatividad de las y los organizados para instalar de manera eficiente el tipo de actividades que les define y que pone a prueba también la capacidad para decir sus propios “basta” a los caciques y operadores políticos de los partidos que buscan a cambio de limosnas incorporar entre sus redes electoralistas el patrimonio popular que estas organizaciones suponen. Así, un juego de camisetas o un paseo en bus, se transforma muchas veces en la moneda de cambio para que las organizaciones vayan arrastrando los votos que sumados a otros perpetúan en el poder local o nacional a los mismos de siempre.
Desde Planeta Luchín apostamos a la autonomía como una forma de replantearnos de manera permanente la cuestión del poder, la forma en que lo construimos, la forma en que lo administramos y la fuente misma de su génesis: las personas organizadas que, sin recursos, solo pueden aspirar a la lucidez de sus argumentos. Nosotros y nosotras creemos que no hay argumento si no hay práctica.
Porque hay problemas que no son de izquierda, que no son de centro y que tampoco son de derecha. Junto a otros, creemos que es tiempo de la gente normal.
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